En este artículo quiero hablarte de cómo las costumbres te influyen más de lo que crees cuando comes.
En varias conversaciones que he tenido en torno a la comida y con mis clientes de coaching nutricional, hay un tema recurrente. El cual nos da muchas pistas de por qué nos encontramos en situaciones que requieren de mucho esfuerzo para cambiar.
Son las costumbres con las que hemos crecido.
Hoy me voy a centrar en el área de la alimentación, pero es cierto que en cualquier ámbito de nuestra vida hay maneras de hacer que nos vienen dadas por nuestros ancestros.
Las repetimos durante años, hay veces que nos las cuestionamos, pero podemos seguir actuando así hasta que nos vamos de este plano terrenal.
¿Cómo se crean las costumbres?
Básicamente, una costumbre es una forma de comportamiento que se suele aprender a través del entorno en el que pertenecemos.
Principalmente, suele ser en nuestro círculo familiar más cercano, aunque también se transmiten desde la escuela y ampliando el radio, las aprendemos de la cultura de nuestro país.
Se transmiten de generación en generación a través de la palabra y la práctica y, cuando se han instaurado lo suficiente, se convierten en tradiciones.
¿Por qué es difícil cambiarlas?
Al aprenderlas desde bien pequeños se arraigan en nuestro subconsciente.
En los primeros años de vida absorbemos todo lo que nuestros referentes nos enseñan. Y al no conocer nada más, aceptamos que ciertas actitudes, comportamientos y maneras de hacer son los correctos.
Por lo que después de mínimo dos décadas haciendo lo mismo ya se han instaurado en nuestra personalidad.
Si no recibimos estímulos suficientes cambiando nuestro entorno, aprendiendo de nuevas personas y cuestionándonos si lo que hacemos es realmente lo que queremos, es muy difícil crear nuevos patrones de comportamiento.
En la adolescencia hay una gran oportunidad de romper muchos esquemas y con ello estas costumbres, pero si no hay un entorno que nos motive para autoconocernos, poner en duda si lo que hemos aprendido hasta el momento nos sirve o no, la opción fácil es seguir haciendo lo de siempre.
Años más tarde, la vida nos pone en situaciones donde debemos volver a plantearnos si nuestra manera de ser y hacer nos está permitiendo vivir o más bien sobrevivir.
Aparecen momentos donde necesitamos cuestionar si nuestra manera de amar es la que más nos conviene, si el trabajo y la profesión que hemos elegido realmente nos satisfacen y, por otro lado, empiezan a surgir dolencias en nuestro cuerpo.
Con enfermedades que, desde un punto de vista físico, aparentan ser problemas en nuestro cuerpo, pero la inteligencia corporal, con su sabiduría, nos está lanzando el mensaje de que quizás es momento de revisar si nuestra alimentación y hábitos son los más adecuados para nosotros.
Saber prestar atención y deducir que quizás es momento de cambiar, no suele entenderse hasta que el dolor es tan incómodo que realmente nos lo tomamos en serio.
Tampoco ayuda el sistema sanitario con el que contamos, cuando una dolencia es diagnosticada en forma de etiqueta generalizada y con un remedio establecido, sin conocer ningún antecedente de la persona en cuestión.
Malas digestiones, problemas de hinchazón, intolerancias y alergias, a día de hoy son tan comunes que son tratadas de la misma manera, con un protocolo estándar que obviamente no soluciona absolutamente nada, sino que esconde de manera temporal los síntomas hasta que vuelven a salir.
Cuando empiezo a investigar y a preguntar a mis clientes de coaching nutricional, cuáles han sido las costumbres que han recibido para alimentarse, descubrimos que son comportamientos que siguien arraigados y que en la mayoría de casos son las causantes de dichas molestias.
¿Cuáles son en la alimentación?
Suelo preguntar: ¿Qué tipo de alimentos te daban en la infancia en cada comida? Y a continuación pregunto: ¿Qué tipo de alimentos comes ahora en cada comida?
Y por arte de magia comprobamos, que suelen ser iguales. Raramente, no ha cambiado nada.
Además, hacemos un ejercicio para recordar lo que pasaba en la mesa mientras se comía.
Observa si a ti también te ocurría esto...
Obligación por terminarse el plato.
Comer de manera forzada alimentos que no gustaban.
Repetición del plato si había sobrado comida.
Conversaciones con tensión mientras se comía.
Distracciones como la televisión sin establecer ninguna comunicación mientras los miembros de la familia estaban juntos comiendo.
Adquirir ciertos roles como ser el encargado de terminarse la comida de otros.
Falta de atención y recurrir a la nevera para llenar el vacío.
Toda esta lista son costumbres que se han ido aprendiendo e integtrando en la fase de aprendizaje durante la infancia. Cuando empezamos a ser conscientes de ellas, es cuando podemos ver que seguimos actuando igual que hace muchos años.
Un error que debe evitarse es seguir normalizando las dolencias del cuerpo y las costumbres que las causan. Si no se da espacio y tiempo a cambiar, a larga nos seguirán perjudicando aún más. Volviéndose en enfermedades crónicas y causando mucho más malestar, con la dependencia de pastillas para calmar los dolores.
Crear nuevas maneras de comer
Llega un momento en nuestra vida que tiene que ser un punto y aparte.
Es momento de romper con lo aprendido, de eliminar estas costumbres y maneras de hacer.
Toca ser independiente, toca conocerse y toca respetarse.
Vamos a enterrar todas estas costumbres, creencias y etiquetas que se nos establecieron a la hora de comer y que siguen influenciando en nuestro día a día y que lo único que hacen es perjudicarnos porque no nos dejan vivir como realmente queremos.
Además, también son las causantes de que tengamos mala relación con la comida, de que no nos guste cocinar y de que comamos con ansiedad.
Es momento de cambiar y aprender a alimentarse de manera sana y con amor.
Ya no hay que esperar a que nadie lo haga por nosotros, sino que es hora de tomar la responsabilidad con valentía y crear una nueva manera de alimentarnos muy nutritiva.
Primero, toma consciencia de lo qué te ocurre, observa e identifica que costumbres, tradiciones y patrones sigues haciendo igual que en tu infancia.
Exponlo en un papel, léelo y, a partir de ahora, piensa qué puedes hacer, busca en tu interior, imagina cómo sería tu vida si cambias y empieza a tomar acción.
Si te cuesta recordar, indagar en el pasado porque te remueve o sientes bloqueos que no te dejan avanzar...
Dale un vistazo a mi Plan Mutatio, te acompaño a crear nuevos hábitos en el ámbito que necesites de manera personalizada.
De esta manera tendrás una guía para reconocer qué costumbres y tradiciones están perjudicando la alimentación en tu día a día y en tu salud.
Esto hará que tengas una vida más abundante, plena y feliz, que tanto te mereces.
Y si prefieres hacer una consulta específica sobre como identificar lo que te perjudica, tienes 30 minutos gratuitos para contarme lo que quieras. Estoy encantado de poder ayudarte.
Crear tu propio modelo de vida es dejar brillar tu potencial.
¡Gracias por leerme, un abrazo y hasta la próxima!
Comentários